Los sitios web en Internet consisten en archivos en un servidor físico conectado a Internet por números llamados direcciones IP. Acceder a números largos y complejos de recordar no es muy práctico, por lo que nacieron los nombres de dominio. Un servidor de nombres de dominio (DNS) es lo que traduce esas direcciones IP numéricas en nombres de dominio legibles que todos conocemos y amamos. Dado que cada sitio web reside en una dirección IP numérica, se requiere un servicio DNS para la traducción. Al ser una parte crítica de la infraestructura de Internet, si un servicio DNS sufre interrupciones o problemas de rendimiento, puede afectar a los visitantes que acceden a un sitio.

Para simplificar, DNS es el equivalente de una guía telefónica que mantiene un directorio de nombres de dominio y los traduce al Protocolo de Internet (IP). El DNS es uno de los servicios más fundamentales pero cruciales en Internet. Es esencial que cualquier negocio en línea utilice un servicio que enruta las consultas DNS de forma rápida, segura y con redundancia global.


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